A veces el tiempo avanza sin hacer ruido y yo engrano en él sin mayor dificultad. Mi espíritu es ligero y se entrega al día sin resistencias, sin preguntas sobre el sentido de las cosas, de cada uno de mis actos, de cada palabra dicha o no dicha. En los días como esos, mi presencia desborda el espacio que habito, la energía palpita en mi cuerpo y la palabra intensidad está por todas partes. Pero otras veces, aunque todo tiene la misma forma y ocupa el mismo espacio, aunque todo sigue igual en apariencia mi espíritu agitado en modo “todo es demasiado y nada es suficiente” se arrastra a lo largo del día sin encontrar sentido en el tiempo que pasa.
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